La vieja mano
sigue trazando versos
para el olvido
Jorge Luis Borges
La noche es dada a la reflexión. Pienso, sueño, me expreso. Protesto también. Siento.
viernes, 30 de septiembre de 2011
miércoles, 28 de septiembre de 2011
Somewhere over the rainbow
Inquietudes en la boca. Alguno miedos. Dos oídos y miles de hilos que seguir por los laberintos de la noche. Hago ovillos con ellos, es mi sino. Fui incapaz de matar a un confundido y raquítico Minotauro.
A veces, no queremos que llegue la despedida. Estoy yo triste y tu estás triste, escribe don Antonio. Tanto que decir todavía. Y es que miles de ideas, de pensamientos hasta ahora ocultos y necesarios, necesitan brotar de los labios hacia un inesperado y, al mismo tiempo, esperado interlocutor. Conversaciones finitas por un amenazante reloj que permanece quieto ahí, impasible, inquietante.
Las palabras fluyen y siempre queda algo por decir, una historia hermosa, una anécdota, un sueño. Y de pronto las manecillas dan las doce y te tienes que despedir de tu voz y oído amigo, quedando tus palabras en un sostenido soliloquio carente ya de sentido. Sólo queda recoger los hilos dejados en la soledad de la noche.
Somewhere over the rainbow me vino por casualidad de una sonrisa. Sólo por casualidad encontré esta versión que, sin ser Judith Garland ni Sinatra, por qué no, me gusta...
A veces, no queremos que llegue la despedida. Estoy yo triste y tu estás triste, escribe don Antonio. Tanto que decir todavía. Y es que miles de ideas, de pensamientos hasta ahora ocultos y necesarios, necesitan brotar de los labios hacia un inesperado y, al mismo tiempo, esperado interlocutor. Conversaciones finitas por un amenazante reloj que permanece quieto ahí, impasible, inquietante.
Las palabras fluyen y siempre queda algo por decir, una historia hermosa, una anécdota, un sueño. Y de pronto las manecillas dan las doce y te tienes que despedir de tu voz y oído amigo, quedando tus palabras en un sostenido soliloquio carente ya de sentido. Sólo queda recoger los hilos dejados en la soledad de la noche.
Somewhere over the rainbow me vino por casualidad de una sonrisa. Sólo por casualidad encontré esta versión que, sin ser Judith Garland ni Sinatra, por qué no, me gusta...
viernes, 23 de septiembre de 2011
Y ahora qué
Y ahora qué... así terminaba la película protagonizada por Robert Reford "El Candidato". Y ahora qué.
He vencido, sí, pero con un cierto saborcillo agridulce, del que deja a gente por el camino. Sólo tres podían ganar y lo logré, rompiendo encuestas pero sin clamor unánime. Agazapado en silencio alcancé el maldito Olimpo de los que deciden la vida de otros, de los que en despóticas negociaciones se saben sabedores de las necesidades del prójimo, de los gozan de la inmunidad de los atentados patronales, de los que tienen una para ganar y otra para no perder pero siempre vencen.
Soy electo, hablaron las urnas. Como representante de los trabajadores me debo a ellos. Los escucho, les doy ánimo, los mimo y hago lo que me da la gana... ¿ Cambiaré ? ¿ Terminaré siendo uno más de tantos ? ¿Me quedaré ciego, sordo, manco quizás? Si alguna vez presento esos síntomas, por favor, comunicádmelo y dejaré esa silla a alguien con buena fé. No quiero pactos con el Diablo. Fausto marchó hace tiempo.
Sólo quiero abrir entre la maleza un camino limpio que aunque no sea un hermoso paseo, al menos se encuentre a salvo de la codicia y el pesimismo.
Y ahora qué, pues ahora mucho.
He vencido, sí, pero con un cierto saborcillo agridulce, del que deja a gente por el camino. Sólo tres podían ganar y lo logré, rompiendo encuestas pero sin clamor unánime. Agazapado en silencio alcancé el maldito Olimpo de los que deciden la vida de otros, de los que en despóticas negociaciones se saben sabedores de las necesidades del prójimo, de los gozan de la inmunidad de los atentados patronales, de los que tienen una para ganar y otra para no perder pero siempre vencen.
Soy electo, hablaron las urnas. Como representante de los trabajadores me debo a ellos. Los escucho, les doy ánimo, los mimo y hago lo que me da la gana... ¿ Cambiaré ? ¿ Terminaré siendo uno más de tantos ? ¿Me quedaré ciego, sordo, manco quizás? Si alguna vez presento esos síntomas, por favor, comunicádmelo y dejaré esa silla a alguien con buena fé. No quiero pactos con el Diablo. Fausto marchó hace tiempo.
Sólo quiero abrir entre la maleza un camino limpio que aunque no sea un hermoso paseo, al menos se encuentre a salvo de la codicia y el pesimismo.
Y ahora qué, pues ahora mucho.
jueves, 22 de septiembre de 2011
Entre tu balcón y mi ventana
Entre tu balcón y mi ventana...
La veo asomada. Una breve camisa y una melena rizada y castaña en su espalda. Ojos perdidos en los tejados de la ciudad, en el campo vasto, inmenso, de antenas.
Respiro torpemente dejando un rastro de vaho en el cristal. Vil espía.
Un cachito de cielo nada más.
Pequeñas historias, íntimas y cotidianas. La vida está llena de ellas. De pequeños amores, de placeres insospechados, de benditas soledades.
Desde mi ventana veo la vida y a ti, asomada en tu balcón mientras sueñas.
La veo asomada. Una breve camisa y una melena rizada y castaña en su espalda. Ojos perdidos en los tejados de la ciudad, en el campo vasto, inmenso, de antenas.
Respiro torpemente dejando un rastro de vaho en el cristal. Vil espía.
Un cachito de cielo nada más.
Pequeñas historias, íntimas y cotidianas. La vida está llena de ellas. De pequeños amores, de placeres insospechados, de benditas soledades.
Desde mi ventana veo la vida y a ti, asomada en tu balcón mientras sueñas.
domingo, 11 de septiembre de 2011
Aunque tú no lo sepas
Hay poemas especiales en la vida de uno. Hay poemas que te dicen algo, que te recuerdan algo, que evocan algún sentimiento pasado o presente.Quién no ha escrito en su mente, al contemplar a una muchacha lejana, un "aunque tú no lo sepas". Quién no ha amado en silencio e imaginado un mundo con la persona amada aunque ésta desconozca lo que sientes por ella. Todos aquellos soñadores de amor entenderán.
AUNQUE TU NO LO SEPAS
AUNQUE TU NO LO SEPAS
Como la luz de un sueño,Luis García Montero.
que no raya en el mundo pero existe,
así he vivido yo
iluminado
esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto a mis pensamientos...
Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear los libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.
También hemos hablado
en la cama, sin prisa, muchas tardes
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuanto te marchas.
Aunque tú no lo sepas te inventaba conmigo,
hicimos mil proyectos, paseamos
por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones, elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir
entre la realidad y el pensamiento.
Espiada a la sombra de tu horario
o en la noche de un bar por mi sorpresa.
Así he vivido yo,
como la luz del sueño
que no recuerdas cuando te despiertas
miércoles, 7 de septiembre de 2011
Ya quisiera yo
Ya quisiera yo, Ismael. Aunque poco a poco lo voy logrando, a veces cuesta y otras, las que más, exploto sin apenas control. Intento, a través de una catarsis premeditada, consciente, borrar aquellas cosas que me causan tristeza, ansiedad o dolor. No quiero sufrir. Nadie lo quiere. Bueno, casi nadie. Y menos hacerlo por cosas efímeras, sin importancia o carentes de solución.
¿Alcanzar un nirvana digamos de la felicidad? No aspiro a tanto aunque ya me gustaría. Pero sí, tomarme la vida con más calma. Una vida sin sobresaltos, estable en lo emocional, feliz con aquellos sentimientos realmente importantes. Valorar para luego desechar todo aquello que no merece la pena. Ya quisiera yo.
Nos empeñamos en discutir, en enfadarnos y recriminarnos, en llorar sobre lo perdido, en intertar convencer al prójimo que nuestra opinión es la verdadera. Nos altera la política. Nos altera la historia. Nos altera el deporte televisado. Las cuestiones que no podemos controlar. Mucha energía para intentar ser el centro del mundo. Cuesta tanto no serlo...
Ya quisiera yo llevar una vida más contemplativa. Un pequeño Buda del siglo veintiuno en el que no me enfadara, que viera los problemas en su justa medida, que buscara soluciones en lugar de lamentarme, que no maldijera a quien no piensa yo. Ya quisiera ser todo eso y aunque lo intento, a veces lo logro. Pocas, pero cuando sucede, me siento bien de no malgastar en balde mi tiempo y mi salud. Qué difícil es. Cuánto nos cuesta recular, frenar a tiempo. Cuánto cuesta respirar durante cinco segundos y sonreir.
Pero no me rindo. Algún día lograré ese nirvana y seré plenamente feliz. Mantendré la candidez en la mirada y me dedicaré a transmitir lo bueno a los demás. Mientras tanto, Ismael, tendré que apretar los puños, respirar profundamente y sonreir para no estallar con cualquier contrariedad que nos trae la vida.
¿Alcanzar un nirvana digamos de la felicidad? No aspiro a tanto aunque ya me gustaría. Pero sí, tomarme la vida con más calma. Una vida sin sobresaltos, estable en lo emocional, feliz con aquellos sentimientos realmente importantes. Valorar para luego desechar todo aquello que no merece la pena. Ya quisiera yo.
Nos empeñamos en discutir, en enfadarnos y recriminarnos, en llorar sobre lo perdido, en intertar convencer al prójimo que nuestra opinión es la verdadera. Nos altera la política. Nos altera la historia. Nos altera el deporte televisado. Las cuestiones que no podemos controlar. Mucha energía para intentar ser el centro del mundo. Cuesta tanto no serlo...
Ya quisiera yo llevar una vida más contemplativa. Un pequeño Buda del siglo veintiuno en el que no me enfadara, que viera los problemas en su justa medida, que buscara soluciones en lugar de lamentarme, que no maldijera a quien no piensa yo. Ya quisiera ser todo eso y aunque lo intento, a veces lo logro. Pocas, pero cuando sucede, me siento bien de no malgastar en balde mi tiempo y mi salud. Qué difícil es. Cuánto nos cuesta recular, frenar a tiempo. Cuánto cuesta respirar durante cinco segundos y sonreir.
Pero no me rindo. Algún día lograré ese nirvana y seré plenamente feliz. Mantendré la candidez en la mirada y me dedicaré a transmitir lo bueno a los demás. Mientras tanto, Ismael, tendré que apretar los puños, respirar profundamente y sonreir para no estallar con cualquier contrariedad que nos trae la vida.
domingo, 4 de septiembre de 2011
Funámbulo
La cuerda como punto de unión entre mi cuerpo y la tierra, el abismo. Avanzo despacio, sin bajar la mirada, sin querer adivinar la longitud de la oscuridad que yace bajo mis pies.
Me abstraigo en un punto fijo del horizonte, una meta inconcreta y lejana. El leve balanceo ejercita mi equilibrio. Pienso en pequeñas cosas, intrascendentes quizás, para dejar en un segundo plano las consecuencias de una caída. Un metro nada más, diez, veinte, cien, un infinito de negrura... Pienso en mi niñez, en el arte, en las verdades de cada individuo. Pienso en la muerte y la fugacidad del tiempo, en las cotidianidades, en las fobias y en los deseos. Pienso en llegar a esa meta, que aun desconociendo su naturaleza, sé que me borrará el vértigo y los miedos.
Sigo por la cuerda y mi mirada continua fija en el horizonte, en el punto lejano e inconcreto. Los vientos me empujan con violencia. Intentan arrojarme a la nada. Me resisto a caer. Estudio mi volumen, mi peso, mi alma para no ceder mi centro de gravedad al abismo. Extiendo los brazos, me retuerzo, aspiro la vida. Cierro los ojos y doy un nuevo paso, pequeño. Muy pequeño.
A veces pienso que mejor dejarse caer, relamerse las heridas y avanzar por el piso firme del que no tiene nada. Freedom is just another word for nothing left to loose. Pero el temor de lo incierto me agarra a la cuerda manteniéndome en el aire.
Sólo puedo seguir por ese hilo vital hacia el final del camino.
Me abstraigo en un punto fijo del horizonte, una meta inconcreta y lejana. El leve balanceo ejercita mi equilibrio. Pienso en pequeñas cosas, intrascendentes quizás, para dejar en un segundo plano las consecuencias de una caída. Un metro nada más, diez, veinte, cien, un infinito de negrura... Pienso en mi niñez, en el arte, en las verdades de cada individuo. Pienso en la muerte y la fugacidad del tiempo, en las cotidianidades, en las fobias y en los deseos. Pienso en llegar a esa meta, que aun desconociendo su naturaleza, sé que me borrará el vértigo y los miedos.
Sigo por la cuerda y mi mirada continua fija en el horizonte, en el punto lejano e inconcreto. Los vientos me empujan con violencia. Intentan arrojarme a la nada. Me resisto a caer. Estudio mi volumen, mi peso, mi alma para no ceder mi centro de gravedad al abismo. Extiendo los brazos, me retuerzo, aspiro la vida. Cierro los ojos y doy un nuevo paso, pequeño. Muy pequeño.
A veces pienso que mejor dejarse caer, relamerse las heridas y avanzar por el piso firme del que no tiene nada. Freedom is just another word for nothing left to loose. Pero el temor de lo incierto me agarra a la cuerda manteniéndome en el aire.
Sólo puedo seguir por ese hilo vital hacia el final del camino.
jueves, 1 de septiembre de 2011
Nieve
No recuerdo bien el año. Debió de ser a principio de los ochenta. Íbamos al centro por el Paseo Marítimo a casa del abuelo, en un Seat 1430. Cuántos viajes.
Mis hermanos y yo revoloteábamos por el asiento trasero en busca de un geyperman sin dueño o Dios sabe qué. La ausencia de cinturones y asientos infantiles permitía encarnizadas luchas sin ningún tipo de control, a excepción de las amenazas de papá y la mano acechante de mamá que nunca lograba alcanzarnos.
La oscuridad fue rápidamente extediéndose y unas gotas fueron asomando por los cristales. De pronto, sin avisar, cayó una enorme granizada que ensordeció nuestros gritos. Parecía que el cielo se caía en nuestras cabezas. Mi padre, con cierta tranquilidad me pareció entonces, giró el volante y se echó a un lado de la calle, cuando aun había cientos de aparcamientos libres en Cádiz. Pegada nuestra nariz a la ventanilla del coche contemplamos la blancura que se iba depositando en el suelo. ¡ NIEVE !
Mis hermanos y yo revoloteábamos por el asiento trasero en busca de un geyperman sin dueño o Dios sabe qué. La ausencia de cinturones y asientos infantiles permitía encarnizadas luchas sin ningún tipo de control, a excepción de las amenazas de papá y la mano acechante de mamá que nunca lograba alcanzarnos.
La oscuridad fue rápidamente extediéndose y unas gotas fueron asomando por los cristales. De pronto, sin avisar, cayó una enorme granizada que ensordeció nuestros gritos. Parecía que el cielo se caía en nuestras cabezas. Mi padre, con cierta tranquilidad me pareció entonces, giró el volante y se echó a un lado de la calle, cuando aun había cientos de aparcamientos libres en Cádiz. Pegada nuestra nariz a la ventanilla del coche contemplamos la blancura que se iba depositando en el suelo. ¡ NIEVE !