Las canciones son a veces puñeteras. Te traen recuerdos que creías olvidados, te despiertan sentimientos que ya no existen, que perecieron ya por el paso del tiempo y, sin embargo, se presentan ahora más bellos que nunca, sin la pobreza del presente. Los años adornan los momentos y los hace más intensos y hermosos. Siempre ha sido así.
Una canción apareció en el spotify por causalidad, por el dichoso tic, enfermizo quizás, de ir saltando de artista a artista y de canción a canción, buscando no sé qué, cosas perdidas, palabras de otros tiempos. Y así, sin quererlo, escuché los acordes de un piano que me transportaron al año 92, a una discoteca que se encontraba cerca de casa, a un rincón oscuro junto a una amiga, Marita, que escuchaba pacientemente mis penas de amores, mis lamentos por el amor perdido, mientras compartíamos una helada maceta de cerveza.
Escuchas, Marita, esta canción parece escrita por mí, no le falta ni le sobra una palabra, dice todo lo que siento. Y Marita, entre sorbo y sorbo, me animaba con poca convicción, quizás porque sabía que lo mío con aquella chica era cuestión de tiempo, quizás fuera porque no conocía a mi amada, quizás porque la música y el alcohol incitaban más al baile y al desenfreno que a la nostalgia y a los lloriqueos de un maltrecho enamorado. Pero, cómo controlar el ahogo, la angustia, la presión que te oprime el pecho que apenas te deja respirar. Cómo evitar los lamentos, la rabia, el ridículo, el morir en vida. Cómo despegar toda esa maraña de acciones y sensaciones que le nublan a uno los sesos.No hay fuerza mayor que la del amor no correspondido. Es capaz de todo.
Afortunadamente, todo acabó bien, al menos a corto plazo. Terminé la noche borracho y feliz, y a las pocas semanas volvieron los besos tan ansiados y llorados. Cuánta razón tenía Marita y sus inocentes ánimos. Llámala y dile que la quieres, que no puedes vivir sin ella. Que no te quedan lágrimas.
La noche es dada a la reflexión. Pienso, sueño, me expreso. Protesto también. Siento.
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sábado, 25 de febrero de 2012
sábado, 8 de octubre de 2011
Canciones
Canciones. Existen buenas canciones, magníficas otras, imprescindibles pocas. Pero hay canciones propias que forman parte de la banda sonora de tu vida. Melodías que recuerdan a personas, que traen del pasado imágenes felices, en blanco y negro muchas de ellas. La niñez de uno, algún amigo perdido en los confines de la madurez, los primeros besos, las primeras lágrimas... benditas canciones. Lo curioso es que no importa si está catalogada como buena o como mala. Alguna canción del verano también nos hace a nosotros. Cuántas canciones nos evoca ese saborcillo a cerveza, salitre y luna.
Cada uno tenemos las nuestras. Esta es una de las canciones que forman parte de la banda sonora de mi vida.
Cada uno tenemos las nuestras. Esta es una de las canciones que forman parte de la banda sonora de mi vida.
miércoles, 28 de septiembre de 2011
Somewhere over the rainbow
Inquietudes en la boca. Alguno miedos. Dos oídos y miles de hilos que seguir por los laberintos de la noche. Hago ovillos con ellos, es mi sino. Fui incapaz de matar a un confundido y raquítico Minotauro.
A veces, no queremos que llegue la despedida. Estoy yo triste y tu estás triste, escribe don Antonio. Tanto que decir todavía. Y es que miles de ideas, de pensamientos hasta ahora ocultos y necesarios, necesitan brotar de los labios hacia un inesperado y, al mismo tiempo, esperado interlocutor. Conversaciones finitas por un amenazante reloj que permanece quieto ahí, impasible, inquietante.
Las palabras fluyen y siempre queda algo por decir, una historia hermosa, una anécdota, un sueño. Y de pronto las manecillas dan las doce y te tienes que despedir de tu voz y oído amigo, quedando tus palabras en un sostenido soliloquio carente ya de sentido. Sólo queda recoger los hilos dejados en la soledad de la noche.
Somewhere over the rainbow me vino por casualidad de una sonrisa. Sólo por casualidad encontré esta versión que, sin ser Judith Garland ni Sinatra, por qué no, me gusta...
A veces, no queremos que llegue la despedida. Estoy yo triste y tu estás triste, escribe don Antonio. Tanto que decir todavía. Y es que miles de ideas, de pensamientos hasta ahora ocultos y necesarios, necesitan brotar de los labios hacia un inesperado y, al mismo tiempo, esperado interlocutor. Conversaciones finitas por un amenazante reloj que permanece quieto ahí, impasible, inquietante.
Las palabras fluyen y siempre queda algo por decir, una historia hermosa, una anécdota, un sueño. Y de pronto las manecillas dan las doce y te tienes que despedir de tu voz y oído amigo, quedando tus palabras en un sostenido soliloquio carente ya de sentido. Sólo queda recoger los hilos dejados en la soledad de la noche.
Somewhere over the rainbow me vino por casualidad de una sonrisa. Sólo por casualidad encontré esta versión que, sin ser Judith Garland ni Sinatra, por qué no, me gusta...
domingo, 11 de septiembre de 2011
Aunque tú no lo sepas
Hay poemas especiales en la vida de uno. Hay poemas que te dicen algo, que te recuerdan algo, que evocan algún sentimiento pasado o presente.Quién no ha escrito en su mente, al contemplar a una muchacha lejana, un "aunque tú no lo sepas". Quién no ha amado en silencio e imaginado un mundo con la persona amada aunque ésta desconozca lo que sientes por ella. Todos aquellos soñadores de amor entenderán.
AUNQUE TU NO LO SEPAS
AUNQUE TU NO LO SEPAS
Como la luz de un sueño,Luis García Montero.
que no raya en el mundo pero existe,
así he vivido yo
iluminado
esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto a mis pensamientos...
Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear los libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.
También hemos hablado
en la cama, sin prisa, muchas tardes
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuanto te marchas.
Aunque tú no lo sepas te inventaba conmigo,
hicimos mil proyectos, paseamos
por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones, elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir
entre la realidad y el pensamiento.
Espiada a la sombra de tu horario
o en la noche de un bar por mi sorpresa.
Así he vivido yo,
como la luz del sueño
que no recuerdas cuando te despiertas
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