La noche es dada a la reflexión. Pienso, sueño, me expreso. Protesto también. Siento.
lunes, 30 de enero de 2012
La oportunidad
Casi se puede tocar con las manos. Está ahí mismo, esperando que la cojas. Que la agarres y no la sueltes por siempre jamás. Pero no depende de ti, sino de otras personas, circunstancias y tiempos. ¿Llegará esa oportunidad? Los días lo dirán. Uno nunca sabe si lo deseado es lo bueno o simple niebla. Ocurre a veces que los fracasos preceden a grandes victorias, mejores aun que lo ansiado. El tiempo resolverá.
domingo, 29 de enero de 2012
Recuerdos inmóviles
A veces los recuerdos vienen a la cabeza a través de pequeñas cosas, pequeños gestos que recuerdan a alguien. El pasado se traslada al ahora disfrazándolo de felicidad o, al menos, de calma apacible que nos sumerge a ratos en una zozobra placentera de la que no queremos despertar. Buenos ratos, buenas palabras, mágicas noches, bellos besos, benditas risas. Un cúmulo de experiencias más o menos reales que guarda cada uno en su infinito. De lo que fue a lo contado puede ir un abismo pero, lo que vale, es el ahora.
No ha mucho me topé con un recuerdo en plena calle. Dudé entre acercarme y saludar o huir volando y mantener intactos mis sueños acabados. ¿Saludo? Permanecí inmóvil observando a la sombra, esperando que cruzara la mirada y avanzara hacia mí con una sonrisa. Eso facilita las cosas. Miedo a qué. A nada. O no. Ser distinto al de hace años, más feo, más viejo y menos sabio. O encontrar a un ser distinto que me defraude, que no reconozca.
Estuve dos o tres minutos hasta que marchó de la escena dejándome un sabor agridulce en la boca. Cuánto tiempo sin verte. Hasta cuándo ya. Los miedos nos apartan de las cosas bellas. El temor a un encuentro insulso supera a la melancolía del recuerdo. No te traiciones, me digo pero... cuesta tanto acercarse a la gente, a los seres que fueron queridos, a los viejos amigos, a los primeros amores. Quizás mejor así, guardar todo en el infinito interior de cada uno, disfrazado, inventado o transformado pero no perdiendo la conciencia de que nos pertenece, de que ha sido y es parte de nosotros.
No ha mucho me topé con un recuerdo en plena calle. Dudé entre acercarme y saludar o huir volando y mantener intactos mis sueños acabados. ¿Saludo? Permanecí inmóvil observando a la sombra, esperando que cruzara la mirada y avanzara hacia mí con una sonrisa. Eso facilita las cosas. Miedo a qué. A nada. O no. Ser distinto al de hace años, más feo, más viejo y menos sabio. O encontrar a un ser distinto que me defraude, que no reconozca.
Estuve dos o tres minutos hasta que marchó de la escena dejándome un sabor agridulce en la boca. Cuánto tiempo sin verte. Hasta cuándo ya. Los miedos nos apartan de las cosas bellas. El temor a un encuentro insulso supera a la melancolía del recuerdo. No te traiciones, me digo pero... cuesta tanto acercarse a la gente, a los seres que fueron queridos, a los viejos amigos, a los primeros amores. Quizás mejor así, guardar todo en el infinito interior de cada uno, disfrazado, inventado o transformado pero no perdiendo la conciencia de que nos pertenece, de que ha sido y es parte de nosotros.
miércoles, 4 de enero de 2012
La canaria
A veces, se da el caso, en el que un niño llora el día de los Reyes Magos. No trajeron lo que con tanta ilusión apuntaron sus papás en la carta. Se les olvidó traerlos, se les cayó por el camino o es que no podía el pobre camello con más peso. Siempre hay algo que no despierta el día seis de enero.
No recuerdo bien qué edad tenía. Quizás cuatro, cinco o seis años. Eran unas navidades felices como siempre lo son en la niñez. Ese año no tenía nada especial que solicitar a Sus Majestades de Oriente. Ni el barco pirata de Playmobil ni el subbuteo ni el monopatín. Ese año, no sé por qué, pedí en mi garabateada carta una canaria, una simple canaria.
Ante tal petición era de esperar un ¿ una canaria ? ¿ eso qué es ? Pues, mamá, el canario hembra. Una canaria con su jaula y su alpiste. El por qué una canaria y no un canario no lo sé, supongo que por aquel entonces ni sabía muy bien en que consistía la reproducción, ni mucho menos identificar el sexo del emplumado. El caso es que en la carta de los Reyes Magos quedó anotado tan ansiado "juguete".
Aseguran los mayores que mi vocecita recordaba constantemente a todos mi petición. El "quiero una canaria" fue sintonía navideña ese año junto a los tradicionales villancicos y las canciones de José Luis Perales. Viendo Belenes, paseando por el centro, cenando e, incluso haciendo roscos, tradición familiar muy arraigada, siempre se podía escuchar el ilusionado trino por mi boca.
Pero no llegó. La mañana más ilusionante del año se nubló al despertar y ver que mi ansiada canaria se había convertido en un insulso juego de memoria. Dibujos de patitos, cerditos y ovejitas habían sustituido a un ser vivo, a una compañera. Busqué y busqué en el salón a aquel pobre animal y no lo hallé nunca, ni siquiera en las navidades siguientes.Y ese niño se llevó el día de Reyes llorando sin consuelo la falta de su olvidada canaria sin que nadie pudiese consolarlo.
No recuerdo bien qué edad tenía. Quizás cuatro, cinco o seis años. Eran unas navidades felices como siempre lo son en la niñez. Ese año no tenía nada especial que solicitar a Sus Majestades de Oriente. Ni el barco pirata de Playmobil ni el subbuteo ni el monopatín. Ese año, no sé por qué, pedí en mi garabateada carta una canaria, una simple canaria.
Ante tal petición era de esperar un ¿ una canaria ? ¿ eso qué es ? Pues, mamá, el canario hembra. Una canaria con su jaula y su alpiste. El por qué una canaria y no un canario no lo sé, supongo que por aquel entonces ni sabía muy bien en que consistía la reproducción, ni mucho menos identificar el sexo del emplumado. El caso es que en la carta de los Reyes Magos quedó anotado tan ansiado "juguete".
Aseguran los mayores que mi vocecita recordaba constantemente a todos mi petición. El "quiero una canaria" fue sintonía navideña ese año junto a los tradicionales villancicos y las canciones de José Luis Perales. Viendo Belenes, paseando por el centro, cenando e, incluso haciendo roscos, tradición familiar muy arraigada, siempre se podía escuchar el ilusionado trino por mi boca.
Pero no llegó. La mañana más ilusionante del año se nubló al despertar y ver que mi ansiada canaria se había convertido en un insulso juego de memoria. Dibujos de patitos, cerditos y ovejitas habían sustituido a un ser vivo, a una compañera. Busqué y busqué en el salón a aquel pobre animal y no lo hallé nunca, ni siquiera en las navidades siguientes.Y ese niño se llevó el día de Reyes llorando sin consuelo la falta de su olvidada canaria sin que nadie pudiese consolarlo.
domingo, 1 de enero de 2012
Feliz 2012
Ya llegó el 2012. Los años pasan demasiado deprisa cuando echas la vista atrás. Hace nada, celebrábamos el nuevo milenio y ya hace de eso doce años. Dentro de nada brindaremos por el 2020 y no nos acordaremos siquiera qué hicimos en este año presente.
Tempus fugit. Durante la cena se me vienen a la cabeza las navidades de mi infancia, las de mi adolescencia con los primeros cotillones, las posteriores, menos festivas pero más entrañables... Todos los años lo mismo pero un poco más viejo. Nuevos deseos, nuevas espectativas, nuevos sueños. Todos los años igual pero diferente. Creo que cada vez nos conformamos con menos y vamos anteponiendo la salud. Salud, amor y dinero ( hoy día trabajo ). Qué de deseos lanzados al unísono en unas campanadas, en un brindis, en unos familiares besos. Deseos...
Sí, merece la pena esperar un año mejor. Feliz 2012 !
Tempus fugit. Durante la cena se me vienen a la cabeza las navidades de mi infancia, las de mi adolescencia con los primeros cotillones, las posteriores, menos festivas pero más entrañables... Todos los años lo mismo pero un poco más viejo. Nuevos deseos, nuevas espectativas, nuevos sueños. Todos los años igual pero diferente. Creo que cada vez nos conformamos con menos y vamos anteponiendo la salud. Salud, amor y dinero ( hoy día trabajo ). Qué de deseos lanzados al unísono en unas campanadas, en un brindis, en unos familiares besos. Deseos...
Sí, merece la pena esperar un año mejor. Feliz 2012 !
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