martes, 27 de diciembre de 2011

La cena lezamiana

     Me encuentro inmerso en la impresión, edición y encuadernación del cuento El lobo, el bosque y el hombre nuevo de Senel Paz, famosísimo por su versión cinematográfica Fresa y Chocolate. Para que negarlo, es una de mis películas predilectas, de las que todos los años me gusta verla tranquilo y sacarle algo nuevo, un detalle escondido. Es de esos casos que a veces se dan, que el cine supera a la literatura, y no es porque el texto sea de baja calidad, que no es así, es que la película es magnífica, entre otras cosas por la brillante actuación de Jorge Perugorría llevando todo el peso de la trama. Espectacular.
     Pero estaba hablando del cuento. Tras revisarlo se me vino a la cabeza traerlo a nosotros mediante la cena lezamiana que Diego le ofrece a David. Recogido a su vez de las páginas de Paradiso de José Lezama Lima, los protagonistas cenan estos platos elaborados por doña Augusta.
     ¿ Cómo quedaría en nuestra cena de nochevieja este menú ? Pienso que además de darle un poco de glamour a la cena, nos quedaríamos más que satisfechos. Aquí lo dejo. Buen provecho.


Sopa de plátanos.

El ritual de la comida barroca se abre con una espesísima sopa de plátanos. La misma se prepara con plátanos verdes y se le añade jugo de limón para evitar la oxidación del plátano. Doña Augusta le agregó tapioca para hacer más grato su sabor. Se sirve con rosas de maíz (¿influencia de Juan Izquierdo?). Al probar la sopa los comensales se van en alegre busca del tiempo perdido.

Souflé de mariscos.
Después viene un “pulverizado” souflé de mariscos. Los langostinos dispuestos en coro, adornan la superficie de este segundo plato. También forman parte del mismo un pargo y una langosta. El souflé, hecho con una base de bechamel con huevo a la que se le adicionan los ingredientes principales (camarones grandes, pescado y langosta) recibe al final unas claras del huevo batidas a punto de nieve. Sólo así puede entrar al horno y ser servido de inmediato. Va a destacar en el plato un langostino remolón, según sentenció Doña Augusta.

Ensalada de remolacha.

Para suavizar la ingesta llega a la mesa una ensalada de remolacha y espárragos. Una mayonesa recién hecha es derramada sobre la ensalada. Y uno de los invitados derramará -como suele ocurrir- remolacha sobre el blanco mantel.

Pavo relleno.

Un pavo sobredorado hace después su aparición. El pavo está relleno de unas almendras que se deshacen y de unas ciruelas que parecen haber crecido en el horno. El pavo fue adobado varias horas después de untarlo con un mojo hecho a base de ajo, sal, pimienta y jugo de naranja agria.

Crema helada.
El postre es una deliciosa crema helada. Se hizo una conserva con coco y piña rallados. Se le agregó leche condensada y se roció con anisete Marie Brizard. Fue sacada de la nevera lista para servir. Para el autor de “Paradiso” la viejita Marie Brizard es el hada de la olorosa crema.

                                                               ( extraído del blog: http://wwwconuqueando.blogspot.com/ )

sábado, 10 de diciembre de 2011

Versos de Navidad

     Ante un auditorio de cuarenta o cincuenta personas, cojo un par de papeles escritos a mano, los apoyo en un precioso atril de madera vieja y con un carraspeo suave, intento suavizar la voz. La capilla en la que me encuentro intimida mi vergüenza, mis miedos, al igual que el padre Pascual que me observa complaciente a unos pocos pasos esperando algo bueno de mí. Antonio, en primera fila, Rafael y Mercedes al fondo, tampoco ayudan a tranquilizarme con su amiga presencia. Quiero mantener la mirada a todos y recitar mis pobres y pueriles versos de un adulto de dieciséis años, sin titubeos, con un halo de escritor que no soy. Imposible, mis ojos se agachan y apenas consiguen otro color que no sea el blanco y negro del arrugado folio.
     Poema de Navidad. Recito despacio, con ritmo, con pequeñas entonaciones que le dan gracia al texto. Miserias, consumismo, avaricia... fluyen los versos en mis labios rompiendo con el clímax bondadoso y cálido de los poemas que me habían precedido. El cuerpecito Dios, lleno de mugre y rodeado de excrementos de animales, envuelto en los harapos que su madre, sudorosa y agotada, le ha buscado en las vencidas alforjas que un tal José amarró a una burra... Levanto los ojos y no encuentro aprobación de los cuarenta o cincuenta oyentes. Sólo Antonio mantiene el pulso. Las palabras siguen contaminando la estancia, el Belén del fondo, las luces brillantes que asoman desde las altas ventanas. Pascual cierra los ojos y yo le bendigo por escucharme, por permitirme empañar con la voz la magia de la Navidad, la ternura, el hogar y los  regalos. No puedo taparme los ojos e ignorar esta otra Navidad, padre, no puedo callar. Y callo entonces, y breves aplausos rebotan en los muros, más por protocolo que por sentimiento o calidad. Abandono el precioso atril de madera vieja y me siento en un rincón, al final de la última banca, junto a la pila bautismal. Antonio se vuelve y encontrando mi mirada, asiente. Sólo él consiguió entender. Respiro y ya tranquilo espero que finalice el acto y emprender el camino a casa. Navidad, dulce Navidad.

martes, 6 de diciembre de 2011

Vida pasada

    Gata. Los acordes me acercan de nuevo a ti, o quizás a un tiempo del que no llegué a marchar nunca. Las noches entonces eran risas, alcohol y saliva. Las luces giraban alrededor de nosotros como la vida vista desde un tiovivo. Todo era nuestro. Los amigos, las palabras, el aire. Los vasos de güisqui unían nuestros labios en un dulzor a carmín y poesía. Recitaba a tu oído, te susurraba cuentos de niños y lunas, de princesas y estrellas. De planetas imaginarios y promesas que no podía cumplir.
    Te fuiste. Fue un hasta luego. Un hasta pronto alegre y sin miedos. Pero se fue todo y me fui yo, y perdimos la mirada, la palabra aunque no la sonrisa de los buenos momentos. La gata quedó allí, junto a un grueso árbol, mientras mis pasos se alejaban del mundo onírico y gatuno que regaló tanto a cambio de nada. Y quedé solo y la gata allí, y el mundo se volvió un poco más triste desde aquel adiós.


    

lunes, 5 de diciembre de 2011

Aprendiz

     Queda tanto por hacer, por aprender, por pensar y leer. Queda tanto, tanto, que me angustia el irrelevante hecho de no lograr ser bueno en nada, de picotear de todo y no lograr la dignidad. Sí, humanista podríais decirme pero, al fin y al cabo, un eterno fracasado.
     La plegadera me hace sentir bien. La agarro, la acaricio como esperando que suministre de buen hacer y sabiduría. Y, como si fuese una espada, me bato con el papel dándole forma, con la tela y los cueros. Me siento vencedor cuando el libro yace en mi mano, a pesar de las pequeñas torpezas cometidas, causadas por la impaciencia, la distracción o, simplemente, por tener un mal día. Me escudo en la falta de herramientas o máquinas y me proclamo ganador, al menos hasta que veo los trabajos de los demás, la perfección de las obras, la originalidad llevada a límites inimaginados por mí, el buen gusto, las buenas manos.
     Me queda tanto. Nunca lograré ni siquiera acercarme a ellos, a sus obras de arte. Seré el eterno aprendiz que con quince años resulta simpático y con canas en la cabeza no tanto. La exigencia de la sociedad se convierte en caprichosa e injusta a medida que te haces adulto.
     El tiempo pasa y me queda tanto por hacer, por leer, por aprender y pensar.
    

lunes, 28 de noviembre de 2011

Ayer

Sonrío al recordarte,
al volver atrás en el tiempo. Cuando
tú y yo no éramos más que una pila de sueños,
vivos y eternos.
Despertamos juntos,
mamando de cada teta que rozara nuestros labios
desperezándonos sin remedio ni conciencia,
sin freno adulto que interrumpiera el mundo creado,
sin castigos ni problemas. Sin razón.
Ahora,
que el tiempo se ha hecho dueño de nuestro sino,
te recuerdo con la añoranza de no completar nuestra meta,
de no alcanzar aquello que nos prometimos
y nunca fue. De aquello
que quedó dentro y no salió hacia océanos pacíficos
de destemplanza y miedo.
Sonrío frente al espejo
y me reconozco
como también reconocería tu rostro,
tus manos y hasta tu pequeña cabeza.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Internet y el poema de mi abuelo

     Internet. No me es imprescindible, ciertamente. Es más, no lo veo como una herramienta fundamental como nos quieren hacer creer. En cuanto uno intenta profundizar en algún tema se encuentra que la red está vacía. Me recuerda, en cierto modo, a la vieja enciclopedia de Plaza&Janés con la que estudiamos mis hermanos y yo y que aun conserva mi padre. Me recuerda porque tiene miles de entradas y muy poca información. No sé cómo los estudiantes se ayudan de este medio para hacer los trabajos del cole. Bueno, sí lo sé. Todas las páginas dicen lo mismo pero, para mayor desesperanza, se copian unos a otras palabra por palabra, coma por coma.
     Internet. Algunas cosas sí son aprovechables: la comunicación entre personas, aunque sea de forma no presencial, determinada información, llamémosla no intelectual ( sin sentido peyorativo ), la gestión de asuntos que antes hacíamos por teléfono y otras menos importantes. Una de estas últimas me regaló algo emotivo que llevaba años queriendo lograr. Mi abuelo me recitaba un poema que él recordaba de su juventud. Nunca pude averiguar de quién era. Él no lo sabía. Leí, pregunté, recité mil veces por si alguien lo había escuchado o leído alguna vez. Nada. Internet me regaló descifrar el misterio. Lástima que mi abuelo se fuera para siempre sin saber el autor. No me dio tiempo.




   Triste flor, ¿dónde naciste
   terrible y dura suerte,
   que al primer paso que diste
   te encontraste con la muerte?
   El dejarte, es cosa triste;
   arrancarte, es cosa fuerte;
   y dejarte con la vida
   es dejarte con la muerte.  




                                  Lillian Moro

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Crisis

     Hoy la crisis ha tocado a uno de los míos. Ha dejado de trabajar sencillamente porque alguien que ni siquiera conoce, ha decidido que el trabajo desempeñado es prescindible en estos momentos tan malos. Supongo que será por desconocimiento de la materia pero... en el paro. Eso sí, la promesa que pronto volverán a contar con él.
     Las puertas se cierran con llaves hasta una nueva partida presupuestaria. Nadie tocará nada. Todo quedará parado hasta el ansiado regreso. Parado.
     Estos tiempos están sirviendo para recuperar el sentido común. Ya quedan pocos que creen en el actual sistema. Son pocos los que creen en los políticos, en los mercados, en los resultados después de tanto esfuerzo. ¿ Toda la culpa la tuvo el derroche ? ¿ Sin derroche salimos a flote entonces ?
     Hoy le ha tocado a uno de los míos. Mañana podrá ser otro. La austeridad en el empleo es una contradicción que quieren convertir en verdad. ¿Sobran personas o falta capacidad de gestión ?
    Las grandes depresiones económicas me dan miedo porque la Historia nos enseña que todo vale. No todo vale ni siempre es mejor el camino más corto. Más que poner parches, se debe empezar a estudiar nuevos modelos económicos que se adapten a la sociedad y no al revés. Nunca en la Historia de la Humanidad hemos alcanzado este estado de bienestar. No debemos renunciar a él. Debemos buscar el camino para mantenerlo. Los recortes sociales y la destrucción de empleo no es el camino verdadero. Existen otros que quizás no interesen a los capitalistas pero ¿estamos en democracia ? ¿no deben los políticos velar por los intereses de la ciudadanía ?
     Hoy ha sido uno de los míos. Espero verlo pronto en su puesto de trabajo. Nadie ama su profesión como lo hace él.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Apatía

     Las noticias de la crisis pierden interés. Dejamos de hablar de economía, casi de política. Estamos en un estado inerte en el que sólo el despido de un colectivo nos despierta del letargo creándonos cierta angustia. Si no hay esperanzas, si no se ve ningún resultado de los esfuerzos de un pueblo, si se pierde la ilusión y se sospecha que aun no hemos llegado al fondo del abismo, nos refugiamos en la apatía. Quién cree a estas alturas que el nuevo presidente que salga el próximo veinte de noviembre, reestablezca el bienestar perdido.
     La falta de ilusión, el dolor establecido, el cansancio, los caprichos que escapan al sentido común, la incredulidad en los dirigentes... nos hace desconectar del mundo refugiándonos en la literatura, en el cine, en el deporte o en cualquier entretenimiento que nos haga evadirnos de la realidad.
     Este agotamiento me recuerda a los dramas que cada cierto tiempo nos televisan. Dónde quedaron las noticias de Irak y Afganistan, de la hambruna del África negra, de los desastres naturales de América o Asia y de la crisis nuclear de Japón. Nos aburre hasta nuestra propia desgracia. ¿ Será un mecanismo de defensa o, sencillamente, no interesa insistir en lo mismo ?

martes, 25 de octubre de 2011

Ítaca

      El sol ilumina mi cara. Me ciega los párpados mientras revoloteo en la playa buscando pequeñas conchas con las que jugar. Las pisadas delatan el camino hecho, anunciando el mañana que será presente pero aun está por andar. Me agacho, remuevo la arena y dibujo siluetas con una pluma de ave que borrará pronto el mar, cuando suba la marea y los sueños formen materia tangible, humana. Cuándo vendrá esa ola revitalizadora, esa que me devolverá a Ítaca por siempre. Un minuto, una hora, un día, diez años. Cuándo vendrá y me llevará a la ilusión y la esperanza.
      Morirá a mis pies, con la espuma perecedera, y recobrará vida mientras se retrae hacia el horizonte. El mar, siempre el mar. Amo esa arena, el color azul y verde de las aguas, el sol que ilumina mi cara. Cuándo.

jueves, 13 de octubre de 2011

¿ Reagan ?


      ¿Reagan? ¿OTAN? No sabía muy bien qué significaban aquellas palabras escritas en la pared. Reagan no, OTAN no. En la fachada del hospital, en tinta negra, se emitía ese mensaje que mi burbuja de niño no lograba comprender. Cada vez que pasaba por aquel tramo de la avenida, leía aquellas palabras enigmáticas. En la vida se me hubiera ocurrido su significado. ¿Un político norteamericano ?
¿Una organización militar? Nada sabía de ello. Sí, había escuchado en la tele que el presidente de Estados Unidos se llamaba "ronalrigan" pero esos letreros ponían "reagan".  Y ya lo de OTAN, pues ni idea.
      El tiempo me desveló su significado, ya cuando habían desaparecido de la pared. Me desilusionó, ciertamente. Esperaba algo con un sentido más próximo a mi realidad de entonces, a mi mundo menguado, diminuto, por hacer. Me pregunto si le ocurrirá lo mismo a los niños del siglo XXI con las consignas de los indignados, si comprenderán los mensajes lanzados o tendrán que esperar varios años y un poco de memoria para entenderlos. Cuántos interrogantes.

¿"No hay pan para tanto chorizo" ? ¿"pienso, luego estorbo"?


sábado, 8 de octubre de 2011

Canciones

     Canciones. Existen buenas canciones, magníficas otras, imprescindibles pocas. Pero hay canciones propias que forman parte de la banda sonora de tu vida. Melodías que recuerdan a personas, que traen del pasado imágenes felices, en blanco y negro muchas de ellas. La niñez de uno, algún amigo perdido en los confines de la madurez, los primeros besos, las primeras lágrimas... benditas canciones. Lo curioso es que no importa si está catalogada como buena o como mala. Alguna canción del verano también nos hace a nosotros. Cuántas canciones nos evoca ese saborcillo a cerveza, salitre y luna.
     Cada uno tenemos las nuestras. Esta es una de las canciones que forman parte de la banda sonora de mi vida.


jueves, 6 de octubre de 2011

El Futuro

      George Orwell se quedó corto en su novela 1984. Stanley Kubrick también con su 2001 Una odisea en el espacio. Ray Bradbur posiblemente.
      Existen multitud de ejemplos de autores que pensaron que el futuro iba a ser muy distinto a su presente. Nada más lejos de la realidad. El mundo cambia en muy pocos aspectos a lo largo de una década, de dos o de tres. Pocos avances si lo comparamos con nuestra imaginación. El día a día es muy parecido al delos abuelos, al menos, en las cosas importantes. ¿Telefonía móvil, ordenadores potentes, doscientos canales de televisión ? Aun quedan niños en las tardes de inviernos saltando sobre un charco o montados en un oxidado columpio.



      La chirigota de Mato y compañía "Los Fantasmas" cantaron este pasodoble memorable:


            "Recuerdo cuando era chico se hablaba del año 2000
              como la puerta de entrada al futuro,
              a un mundo perfecto y mucho más feliz.

             Coches por el aire con aspecto sideral,
             píldoras de berza y la ropa de papel albal.

            
            Y ahora que el futuro ya llegó sigo comiendo huevos con papas
            café con los churros de la Guapa y pescao frito en el freidor.

            Con la ropa me pasa igual,
            los chándal y los politos siguen siendo del piojito,
           mi coche no es espacial, sigo con el R-5
           y la misma caravana al volver de Chiclana todos los domingos".


domingo, 2 de octubre de 2011

Los asientos de don Amancio

Hoy toca protesta.
     ¿ Por qué no hay asientos en las tiendas de ropas ? ¿ Tan difícil es sacrificar un tímido rincón y encajar un par de sofás ? Pues debe ser complicado.
     Ayer escribí una carta a Amancio Ortega desde su querido Zara sugiriéndole la colocación del susodicho mobiliario. Me encontraba cansado de perseguir a mi esposa por los pasillos formados por percheros y estanterías repletas de ropa de temporada. Yo buscaba un sofá, una silla, un simple banco de madera en donde descansar las posaderas y dar alivio a mis sufridas piernas, maltrechas de tanto ir y venir. Pues no, no había nada. Buscaba y buscaba y sólo encontraba otros maridos con la marca de la desesperación dibujada en la frente al mismo tiempo que no hallaban lo mismo que yo, un lugar donde poder descansar.
     Y, como no tenía otra cosa que hacer que seguir los pasos de mi mujer y aguantarle el bolso para que se probara alguna blusa, empecé a reflexionar sobre el asunto, para luego pedirle una hoja de reclamacionesa la sintética niña de la caja, único sistema de comunicación posible con la empresa, y así exponerle a don Amancio, las conclusiones obtenidas. Estas son.
     Si no hay asiento, los hombres persiguen a sus mujeres por la tienda. Conversación. Me queda bien, estupenda, cariño, anda ya, eso es que te quieres ir ya, qué va, mujer, si estoy aquí de puta madre, me pones nerviosa, si no hago nada, pues por eso mismo, pues me voy a...no sé, coño. La situación termina con la crispación de la compradora y su marcha acelerada hacia la salida con el vencedor marido tras sus pasos jurando y perjurando que nunca volverá a acompañar a su mujer a comprar ropa.
    Y digo yo. Si don Amancio ubicara dentro de sus cientos de metros de exposición textil un pequeño reducto para los maridos desesperados, unos butacones con unas cuantos periódicos y revistas, las mujeres comprarían con más tranquilidad sabiendo que los tienen allí al lado leyendo el Marca. Gastarían sin duda más dinero y don Amancio sería más rico y poderoso. La competencia no tardaría en imitarlo sabedores de los beneficios que produciría la nueva táctica comercial y hasta puede que saliéramos así de la crisis con tanta compra. Ikea lo lleva haciendo años con los niños. Por qué no ahora con los hombres.
 
      Don Amancio Ortega, por favor, aunque sea una sillita de playa.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Haiku

     La vieja mano
     sigue trazando versos
     para el olvido


                                    Jorge Luis Borges

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Somewhere over the rainbow

     Inquietudes en la boca. Alguno miedos. Dos oídos y miles de hilos que seguir por los laberintos de la noche. Hago ovillos con ellos, es mi sino. Fui incapaz de matar a un confundido y raquítico Minotauro.
     A veces, no queremos que llegue la despedida. Estoy yo triste y tu estás triste, escribe don Antonio. Tanto que decir todavía. Y es que miles de ideas, de pensamientos hasta ahora ocultos y necesarios, necesitan brotar de los labios hacia un inesperado y, al mismo tiempo, esperado interlocutor. Conversaciones finitas por un amenazante reloj que permanece quieto ahí, impasible, inquietante.
     Las palabras fluyen y siempre queda algo por decir, una historia hermosa, una anécdota, un sueño. Y de pronto las manecillas dan las doce y te tienes que despedir de tu voz y oído amigo, quedando tus palabras en un sostenido soliloquio carente ya de sentido. Sólo queda recoger los hilos dejados en la soledad de la noche.

     Somewhere over the rainbow me vino por casualidad de una sonrisa. Sólo por casualidad encontré esta versión que, sin ser Judith Garland ni Sinatra, por qué no, me gusta...

viernes, 23 de septiembre de 2011

Y ahora qué

     Y ahora qué... así terminaba la película protagonizada por Robert Reford "El Candidato".  Y ahora qué.
     He vencido, sí, pero con un cierto saborcillo agridulce, del que deja a gente por el camino. Sólo tres podían ganar y lo logré, rompiendo encuestas pero sin clamor unánime. Agazapado en silencio alcancé el maldito Olimpo de los que deciden la vida de otros, de los que en despóticas negociaciones se saben sabedores de las necesidades del prójimo, de los gozan de la inmunidad de los atentados patronales, de los que tienen una para ganar y otra para no perder pero siempre vencen.
     Soy electo, hablaron las urnas. Como representante de los trabajadores me debo a ellos. Los escucho, les doy ánimo, los mimo y hago lo que me da la gana... ¿ Cambiaré ? ¿ Terminaré siendo uno más de tantos ? ¿Me quedaré ciego, sordo, manco quizás? Si alguna vez presento esos síntomas, por favor, comunicádmelo y dejaré esa silla a alguien con buena fé. No quiero pactos con el Diablo. Fausto marchó hace tiempo.
      Sólo quiero abrir entre la maleza un camino limpio que aunque no sea un hermoso paseo, al menos se encuentre a salvo de la codicia y el pesimismo.

     
     Y ahora qué, pues ahora mucho.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Entre tu balcón y mi ventana

Entre tu balcón y mi ventana...

La veo asomada. Una breve camisa y una melena rizada y castaña en su espalda. Ojos perdidos en los tejados de la ciudad, en el campo vasto, inmenso, de antenas.
Respiro torpemente dejando un rastro de vaho en el cristal. Vil espía.

Un cachito de cielo nada más.


Pequeñas historias, íntimas y cotidianas. La vida está llena de ellas. De pequeños amores, de placeres insospechados, de benditas soledades.

Desde mi ventana veo la vida y a ti, asomada en tu balcón mientras sueñas.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Aunque tú no lo sepas

Hay poemas especiales en la vida de uno. Hay poemas que te dicen algo, que te recuerdan algo, que evocan algún sentimiento pasado o presente.Quién no ha escrito en su mente, al contemplar a una muchacha lejana, un "aunque tú no lo sepas". Quién no ha amado en silencio e imaginado un mundo con la persona amada aunque ésta desconozca lo que sientes por ella. Todos aquellos soñadores de amor entenderán.

                                
AUNQUE TU NO LO SEPAS
Como la luz de un sueño,
que no raya en el mundo pero existe,
así he vivido yo
iluminado
esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto a mis pensamientos...

Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear los libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.

También hemos hablado
en la cama, sin prisa, muchas tardes
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuanto te marchas.

Aunque tú no lo sepas te inventaba conmigo,
hicimos mil proyectos, paseamos
por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones, elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir
entre la realidad y el pensamiento.

Espiada a la sombra de tu horario
o en la noche de un bar por mi sorpresa.
Así he vivido yo,
como la luz del sueño
que no recuerdas cuando te despiertas
                                                                            Luis García Montero.



miércoles, 7 de septiembre de 2011

Ya quisiera yo

   Ya quisiera yo, Ismael. Aunque poco a poco lo voy logrando, a veces cuesta y otras, las que más, exploto sin apenas control. Intento, a través de una catarsis premeditada, consciente, borrar aquellas cosas que me causan tristeza, ansiedad o dolor. No quiero sufrir. Nadie lo quiere. Bueno, casi nadie. Y menos hacerlo por cosas efímeras, sin importancia o carentes de solución.
   ¿Alcanzar un nirvana digamos de la felicidad? No aspiro a tanto aunque ya me gustaría. Pero sí, tomarme la vida con más calma. Una vida sin sobresaltos, estable en lo emocional, feliz con aquellos sentimientos realmente importantes. Valorar para luego desechar todo aquello que no merece la pena. Ya quisiera yo.
   Nos empeñamos en discutir, en enfadarnos y recriminarnos, en llorar sobre lo perdido, en intertar convencer al prójimo que nuestra opinión es la verdadera. Nos altera la política. Nos altera la historia. Nos altera el deporte televisado. Las cuestiones que no podemos controlar. Mucha energía para intentar ser el centro del mundo. Cuesta tanto no serlo...
  Ya quisiera yo llevar una vida más contemplativa. Un pequeño Buda del siglo veintiuno en el que no me  enfadara, que viera los problemas en su justa medida, que buscara soluciones en lugar de lamentarme, que no maldijera a quien no piensa yo. Ya quisiera ser todo eso y aunque lo intento, a veces lo logro. Pocas, pero cuando sucede, me siento bien de no malgastar en balde mi tiempo y mi salud. Qué difícil es. Cuánto nos cuesta recular, frenar a tiempo. Cuánto cuesta respirar durante cinco segundos y sonreir.
   Pero no me rindo. Algún día lograré ese nirvana y seré plenamente feliz. Mantendré la candidez en la mirada y me dedicaré a transmitir lo bueno a los demás. Mientras tanto, Ismael, tendré que apretar los puños, respirar profundamente y sonreir para no estallar con cualquier contrariedad que nos trae la vida.
 

domingo, 4 de septiembre de 2011

Funámbulo

   La cuerda como punto de unión entre mi cuerpo y la tierra, el abismo. Avanzo despacio, sin bajar la mirada, sin querer adivinar la longitud de la oscuridad que yace bajo mis pies.
   Me abstraigo en un punto fijo del horizonte, una meta inconcreta y lejana. El leve balanceo ejercita mi equilibrio. Pienso en pequeñas cosas, intrascendentes quizás, para dejar en un segundo plano las consecuencias de una caída. Un metro nada más, diez, veinte, cien, un infinito de negrura... Pienso en mi niñez, en el arte, en las verdades de cada individuo. Pienso en la muerte y la fugacidad del tiempo, en las cotidianidades, en las fobias y en los deseos. Pienso en llegar a esa meta, que aun desconociendo su naturaleza, sé que me borrará el vértigo y los miedos.
   Sigo por la cuerda y mi mirada continua fija en el horizonte, en el punto lejano e inconcreto. Los vientos me empujan con violencia. Intentan arrojarme a la nada. Me resisto a caer. Estudio mi volumen, mi peso, mi alma para no ceder mi centro de gravedad al abismo. Extiendo los brazos, me retuerzo, aspiro la vida. Cierro los ojos y doy un nuevo paso, pequeño. Muy pequeño.
   A veces pienso que mejor dejarse caer, relamerse las heridas y avanzar por el piso firme del que no tiene nada. Freedom is just another word for nothing left to loose. Pero el temor de lo incierto me agarra a la cuerda manteniéndome en el aire.
   Sólo puedo seguir por ese hilo vital hacia el final del camino.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Nieve

No recuerdo bien el año. Debió de ser a principio de los ochenta. Íbamos al centro por el Paseo Marítimo a casa del abuelo, en un Seat 1430. Cuántos viajes.
Mis hermanos y yo revoloteábamos por el asiento trasero en busca de un geyperman sin dueño o Dios sabe qué. La ausencia de cinturones y asientos infantiles permitía encarnizadas luchas sin ningún tipo de control, a excepción de las amenazas de papá y la mano acechante de mamá que nunca lograba alcanzarnos.
La oscuridad fue rápidamente extediéndose y unas gotas fueron asomando por los cristales. De pronto, sin avisar, cayó una enorme granizada que ensordeció nuestros gritos. Parecía que el cielo se caía en nuestras cabezas. Mi padre, con cierta tranquilidad me pareció entonces, giró el volante y se echó a un lado de la calle, cuando aun había cientos de aparcamientos libres en Cádiz. Pegada nuestra nariz a la ventanilla del coche contemplamos la blancura que se iba depositando en el suelo. ¡ NIEVE !