domingo, 4 de septiembre de 2011

Funámbulo

   La cuerda como punto de unión entre mi cuerpo y la tierra, el abismo. Avanzo despacio, sin bajar la mirada, sin querer adivinar la longitud de la oscuridad que yace bajo mis pies.
   Me abstraigo en un punto fijo del horizonte, una meta inconcreta y lejana. El leve balanceo ejercita mi equilibrio. Pienso en pequeñas cosas, intrascendentes quizás, para dejar en un segundo plano las consecuencias de una caída. Un metro nada más, diez, veinte, cien, un infinito de negrura... Pienso en mi niñez, en el arte, en las verdades de cada individuo. Pienso en la muerte y la fugacidad del tiempo, en las cotidianidades, en las fobias y en los deseos. Pienso en llegar a esa meta, que aun desconociendo su naturaleza, sé que me borrará el vértigo y los miedos.
   Sigo por la cuerda y mi mirada continua fija en el horizonte, en el punto lejano e inconcreto. Los vientos me empujan con violencia. Intentan arrojarme a la nada. Me resisto a caer. Estudio mi volumen, mi peso, mi alma para no ceder mi centro de gravedad al abismo. Extiendo los brazos, me retuerzo, aspiro la vida. Cierro los ojos y doy un nuevo paso, pequeño. Muy pequeño.
   A veces pienso que mejor dejarse caer, relamerse las heridas y avanzar por el piso firme del que no tiene nada. Freedom is just another word for nothing left to loose. Pero el temor de lo incierto me agarra a la cuerda manteniéndome en el aire.
   Sólo puedo seguir por ese hilo vital hacia el final del camino.

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