miércoles, 28 de septiembre de 2011

Somewhere over the rainbow

     Inquietudes en la boca. Alguno miedos. Dos oídos y miles de hilos que seguir por los laberintos de la noche. Hago ovillos con ellos, es mi sino. Fui incapaz de matar a un confundido y raquítico Minotauro.
     A veces, no queremos que llegue la despedida. Estoy yo triste y tu estás triste, escribe don Antonio. Tanto que decir todavía. Y es que miles de ideas, de pensamientos hasta ahora ocultos y necesarios, necesitan brotar de los labios hacia un inesperado y, al mismo tiempo, esperado interlocutor. Conversaciones finitas por un amenazante reloj que permanece quieto ahí, impasible, inquietante.
     Las palabras fluyen y siempre queda algo por decir, una historia hermosa, una anécdota, un sueño. Y de pronto las manecillas dan las doce y te tienes que despedir de tu voz y oído amigo, quedando tus palabras en un sostenido soliloquio carente ya de sentido. Sólo queda recoger los hilos dejados en la soledad de la noche.

     Somewhere over the rainbow me vino por casualidad de una sonrisa. Sólo por casualidad encontré esta versión que, sin ser Judith Garland ni Sinatra, por qué no, me gusta...

No hay comentarios:

Publicar un comentario